viernes, 20 de marzo de 2009

La Santa Madre Iglesia que los parió


Según se dice en la Sagrada Biblia, Dios todo lo oye y todo lo ve, lejos de poder demostrar este voyeurismo divino, o Gran Hermano celestial, lo que sí estamos en condiciones de confirmar es la omnipresencia de la Santa Madre Iglesia, que continúa metiendo las narices en todo aquello que huela a progreso o sentido común, empeñada en regir las vidas de los ciudadanos de países laicos o aconfesionales según las directrices, nada menos, que del Concilio Vaticano II.

Tenemos aún reciente la cerrazón cruel y despiadada del Vaticano con el caso de Eluana Englaro en Italia, y la lucha de su padre, investigado ahora por presunto homicidio tras las presiones divinas a las autoridades italianas, por dejarla al fin descansar en paz tras consumir su cuerpo en la cama de un hospital durante más de 17 años en un coma profundo e irreversible. O su negativa ridícula a la investigación con células madre, que ha curado a un niño andaluz recientemente de la enfermedad degenerativa que padecía.

Ahora van un paso más allá y aprovechando la llegada de la primavera y con ella el buen tiempo y las tardes más largas, la Conferencia Episcopal Española aprovecha para lanzar una nueva campaña publicitaria a nivel nacional, en parte con el dinero de todos, en la que comparan los derechos de dos cachorros, uno humano y otro felino, con la intención de llenar de nuevo las calles españolas de familiar numerosas y enseñas preconstitucionales para protestar por la reforma de la ley del aborto que pretende realizar el gobierno socialista.

Y mientras tanto su jefe supremo y representante de Dios sobre la tierra, Benedicto XVI, continúa haciendo una defensa férrea de la vida humana, asegurando en su viaje por África, continente azotado vilmente por la epidemia del sida, que la distribución de preservativos no ayuda a solucionar este problema sino que lo agrava.



Terminamos ya sin saber muy bien que vida defiende, ni para qué planeta predica este alemán metido a mesías, quizás para uno en el cual una niña de nueve años en peligro de muerte por un embarazo peligroso tras ser violada, deba ser excomulgada por abortar, como ha ocurrido días atrás en Brasil.

Recomendamos a los responsables eclesiásticos que se coloquen la mitra unos centímetros más arriba para demostrar, aunque solo sea estéticamente, que pueden llegar a tener dos dedos de frente.
Dios, qué cruz.

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