Acebes deja la Secretaría General del PP y le dice a Rajoy que no cuente con él

Que nadie se asuste pero, poco a poco nos estamos quedando como un Superman cualquiera sin su Lex Luthor, como un oso pardo sin furtivos o la guapa del bar sin babosos, en definitiva, menos nosotros. Al fin y al cabo, los villanos e impresentables son necesarios para ayudarnos a ver el camino correcto, el opuesto a ellos.

Tras el anuncio que el humorista aficionado y embustero profesional, Ángel Acebes, realizó hace unos días, en el cual confirmaba que había comunicado a Rajoy que no contara con él y que abandonaría su cargo de Secretario General del PP tras el próximo Congresísimo Nacional del partido, y con la salida de su compañero de fechorías Eduardo Zaplana, se podría afirmar sin dudarlo que estamos ante el final de una era.

Una era gris, mezquina y oscura como la tez de Zaplana, plagada de mentiras, medias verdades, conspiraciones y líneas de investigación.

Nuestro protagonista de hoy representa muchas cosas y casi ninguna buena, se podría decir que es casi un símbolo, un tópico, es aquel que te viene sin más a la mente cuando escuchas la frase “Los políticos son todos unos…” y zas como por arte de magia se te aparece Acebes, o por qué no, Zaplana en alguna de sus magistrales intervenciones para confirmar y ratificar dicho tópico.

Ahora que ya no están, tendrán más tiempo para practicar sus números de humor, cuenta la leyenda que gustan de destrozar los geniales número de Tip y Coll, y que Zaplana y Acebes amenizan las tardes en la sede de Génova haciendo el número del vaso de agua para deleite de sus compañeros de partido. Pero Acebes es muy torpe y nunca le sale, y se enfada, todos se ríen y él les insulta, les llama rojos, y vascos, y sus compañeros se parten, todos menos Mayor Oreja, que es parco y no coge el chiste, y Zaplana lo mira con superioridad desde su importante cargo como delegado de Telefónica, mientras piensa que el pobre Acebes se ha quedado como un Diputado raso, un simple representante de los ciudadanos, elegido por éstos democráticamente para defender sus derechos, un don nadie.