Poco a poco nuestra democracia se va haciendo mayor, y muchos de los que han luchado para que esto ocurriera nos han dejado ya, es el caso de Leopoldo Calvo-Sotelo, que tras su fallecimiento el pasado día 3 de mayo a los 82 años se ha convertido en el primer presidente fallecido en nuestra democracia.
Probablemente se trate de nuestro presidente más desconocido, si bien su mandato apenas estuvo vigente de 1981 a 1982, no obstante seguro que su votación de investidura será la más recordada, ya que el día 23 de febrero de 1981, cuando se realizaba la segunda votación en el congreso de los diputados de la cual Calvo-Sotelo debería de salir investido Presidente del Gobierno, un tricornio con bigote y malos modos irrumpió en el hemiciclo acompañado de varios secuaces dispuestos no se sabe muy bien a qué. Se trataba del teniente coronel Antonio Tejero, golpista fallido y autor de una de las frases imperativas más recordadas de todos los tiempos.
Finalmente tres días después Calvo-Sotelo pudo jurar su cargo de Presidente del Gobierno ante al Rey Don Juan Carlos.
Se le ha definido en estos días como una buena persona, culto y monárquico convencido, que supo ocupar su lugar cuando fue necesario y hacerse a un lado cuando ya no lo era tanto. Ha sido enterrado en Ribadeo, Lugo, y hoy mismo se ha celebrado un funeral de estado en su honor.
Descanse en paz.
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